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Foto del escritorCarolina Kripinski

Todos los días recibimos mensajes en internet, Facebook, Instagram, YouTube etc. sobre la importancia de meditar. Miles de aplicaciones con meditaciones guiadas, música y hasta aparatos que nos miden las ondas cerebrales existen en el mercado. ¿Se trata entonces de una tendencia que está de moda o simplemente de una realidad que la gente ha empezado a captar?

Existe una inmensa bibliografía sobre las meditaciones. Joe Dispenza y Wayne Dyer son uno de sus fieles exponentes. Oprah Winfret, Jerry Seinfield, The Beatles, Hugh Jackman, Clint East wood, Mick Jagger, Katy Perry y muchísimos más practican una técnica conocida como Meditación trascendental en la que, a partir de la repetición interior de un mantra y por supuesto de la respiración, entras en un estado meditativo. Este tipo de meditación se debe hacer dos veces al día durante 20 minutos.


Aquí no quiero hablar de un tratado de meditación sino de los argumentos que, como buena abogada, se me presentan cuando el chip de la meditación se va, como dicen los españoles, al garete.


Las tres grandes preocupaciones del ser son la salud, el dinero, y el amor. La prioridad que cada cual le da a una de estas varía. Estoy muy segura que la salud, como resultado del Covid 19 y la vulnerabilidad propia que nos reflejó, pasó a un mejor lugar, sino al primero. En teoría, diariamente la mayoría de personas dedicamos la mayor parte de nuestros días a esto.


Recuerdo que en la universidad en Colombia, tenía compañeras que iban a clase de 7 de la mañana con sus caras muy lindas y maquilladas. Ay! Cuánto me hubiera gustado verme así de linda todos los días. En muchas ocasiones me preguntaba, ¿a qué hora se levantan estas mujeres para verse tan lindas? Muchos de mis compañeros, por su parte, tenías unos cuerpos atléticos que, de la misma manera, me hacían cuestionarme, ¿cuántas horas del día permanecen estos muchachos en el gimnasio? En Madrid tuve amigas tan empecinadas en comer sano y orgánico que, en muchas ocasiones, dejaban de acompañarnos a pasar un rato con nosotros porque el lugar al que íbamos no era orgánico. Y aquí no les quiero contar de las personas que se la pasan todo el día trabajando para tener alcancías muy llenas que les aseguren un futuro estable. ¿Y yo? ¿dónde me ubico? Las personas que nos rodean, y escogimos consciente o inconscientemente para ser parte de nuestras vidas son nuestro espejo. Es decir, ¡!nuestro reflejo¡! De manera que la pregunta sobra… Pero, para hacer el ejercicio, me voy a contestar: yo soy la misma persona que puede gastarse horas maquillándose, la misma persona que pasa mucho tiempo en el gimnasio, la workaholic que busca asegurar su futuro financiero. Yo soy esas personas y esas personas son yo. A veces soy todas en una. Otras, la una o la otra. En pocas ocasiones todo lo contrario. Actualmente, la adicta al trabajo que piensa que el mundo se va a acabar si no le contesto un email a un cliente inmediatamente. Dentro de todas esas áreas en las que enfoco mi vida ¿dónde dejo a mi mente, a mi conexión espiritual? ¿cuántas veces al día soy capaz de parar, respirar, meditar, acallar o calmar mi mente? Pocas o muchas veces, ninguna.


En Coaching for the Soul ofrecemos muchas herramientas que facilitan a las personas despertar a su consciencia, conectarse con su yo superior; alcanzar un bien-estar, aprender a ser empresarios conscientes, a mejorar y ser la persona que ellos quieren ser. Las herramientas existen y las estamos poniendo a disposición de quien las quiera tomar. Sin embargo, estas herramientas, si no se toman en un estado de consciencia, son como la medicina que el doctor prescribe. El doctor puede escribir la receta y dársela al paciente. Y, ¿qué pasa si el paciente no la toma? Pues que hasta ahí llegó el cuento. No importa el número de clases y horas que le dediquemos a atender y aprender sobre todas estas técnicas. No importan las ganas que tengamos de despertar. Si nosotros no vaciamos nuestro recipiente para recibir, sea lo que sea que nos llegue, NO NOS VA A ENTRAR, todo se va a desbordar.


Para evitar esto, una de las herramientas a nuestro alcance es la meditación. Meditar nos permite desocupar el recipiente, entrar en contacto con nuestro yo superior, nuestra alma, nuestros guías. Nos permite vaciar nuestras mentes de tanta basura que muy juiciosamente hemos acumulado durante años.


Sea cual sea el método o disciplina de meditación, intentémoslo. La mayoría de las veces alcanzar un estado meditativo es muy difícil… Pero con tiempo, dedicación y ganas, se logra. Es una disciplina. Así que… ¡A meditar se dijo!




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Foto del escritorPaola Bornacelli

Dios es realidad primordial en el mundo del espíritu; Dios es la fuente de la verdad en las esferas de la mente; Dios envía su sombra por todas partes de los reinos materiales. Para todas las inteligencias creadas, Dios es una personalidad, y para el universo de universos él es la primera fuente y centro de la realidad eterna. Dios no es ni semejante al hombre ni a la maquina. El padre primero es Espíritu Universal, verdad eterna, realidad infinita, y personalidad paterna.


El Dios eterno es infinitamente mas que la realidad idealizada o el universo personalizado. Dios no es simplemente un deseo supremo del hombre, la búsqueda mortal objetivada. Tampoco es Dios meramente un concepto, el potencial de poder de la rectitud. El padre universal no es un sinónimo de naturaleza, tampoco él es la ley natural personificada. Dios es una realidad trascendente, no simplemente el concepto tradicional humano de los valores supremos. Dios no es una focalización psicológica de los significados espirituales, ni la ‘obra mas noble del hombre’. Dios puede ser cualquiera de estos conceptos o todos ellos en la mente de los hombres, pero él es aún más. Él es una persona salvadora y un padre amante para todos los que disfrutan de paz espiritual en la tierra, y que anhelan experimentar la supervivencia de la personalidad en la muerte.


La actualidad de la existencia de Dios se demuestra en la experiencia humana por el hecho de que él dentro de si tiene la presencia divina el monitor del espíritu enviado desde el paraíso para residir en la mente mortal del hombre y allí ayudar a la evolución del alma inmortal de supervivencia eterna. Tres fenómenos experienciales revelan la presencia de este ajustador divino en la mente humana:


1. La capacidad intelectual de conocer a Dios: Conciencia de Dios

2. El impulso espiritual de encontrar a Dios: Búsqueda de Dios

3. El anhelo de la personalidad de ser como Dios: El deseo plenamente sincero de hacer la voluntad del padre.


La existencia de Dios jamás puede probarse con experimentos científicos no por la pura razón de la deducción lógica. Dios se puede realizar solo en los dominios de la experiencia humana; sin embargo, el verdadero concepto de la realidad de Dios es razonable para la lógica, plausible para la filosofía, esencial para la religión, e indispensable para toda esperanza de supervivencia de la personalidad.


Los que conocen a Dios han experimentado el hecho de su presencia; tales mortales conocedores de Dios, poseen en su experiencia personal la única prueba positiva de la existencia de Dios viviente la cual puede ofrecer un ser humano a otro. La existencia de Dios esta mas allá de toda posibilidad de demostración salvo por el contacto entre la conciencia de Dios en la mente humana y la presencia de Dios en forma de ajustador del pensamiento que mora en el intelecto mortal y que es entregado al hombre como la dádiva gratuita del Padre Universal.


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Foto del escritorPaola Bornacelli

El servicio es el sendero de la libertad.

Enfermedad: Es la perdida de integridad o ruptura de la relación en alguno de los vehículos de expresión de un individuo.


Salud: Es el grado de integridad física, emocional y mental. Esta relacionada con la coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos; de ello depende la diferencia entre lo que somos y lo que parecemos y la relación con el pasado y el futuro, es decir la capacidad de estar en el presente, nuestra presencia.


Seremos más o menos saludables en la medida que seamos mas o menos íntegros.


Integridad: Es el estado de indivisibilidad en lo esencial, de sentido y participación de utilidad; depende en ultima instancia de la capacidad de relación responsable, inclusiva, participativa e independiente del pensamiento y el sentimiento en la acción.


El sanador, es un servidor, un educador. Maestro y aprendiz a la vez. Su mejor medicamento es la buena voluntad y su mejor instrumento es su ser.


Sanación: Es el empleo razonable, coherente e inteligente de la energía vital con amor y ciencia en un contexto clínico terapéutico. La sanación es un encuentro y acercamiento sagrado, es una comunión de almas.


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